lunes, 5 de febrero de 2018

Hasta pronto


Llega el momento de partir, de decir “hasta pronto" a este maravilloso país, porque me niego a decirle un “adiós”. Tengo tantas cosas que agradecerle… son tantos los momentos que me ha regalado… empezando por devolverme la sonrisa…

Las circunstancias que me trajeron hasta aquí no fueron del todo agradables, pero una cosa sin duda tengo por cierta y es que en la vida, todo sucede por alguna razón, aunque la mayoría de las ocasiones sea inexplicable a nuestro entendimiento.

Únicamente con el tiempo y la experiencia terminas apreciando que solo pasando por ciertas situaciones, te conviertes en esa persona capaz de tomar decisiones que jamas antes hubieras pensado y quizás, en algún momento de tu existencia, termines agradeciendo enormemente a ese estado, el haberte permitido arrojarte a por nuevas aventuras.

Probablemente si no hubiera pasado por una serie de circunstancias, jamás hubiera tomado esa decisión. Incluso sin tener del todo claro como llegue hasta ahí, y aun habiendo pasado por autenticas batallas mentales para tomar una decisión correcta, me vi embarcada en un viaje hacia lo desconocido, dejando atrás el control, la seguridad, la estabilidad, el confort, la familia, los amigos…, sumergiéndome  a la vez en la tranquilidad de viniera lo que viniera, sería lo mejor que me podría pasar.

Al encuentro de todo y en busca de nada, con la única intención de anular mi voluntad y simplemente dar paso a vivir lo que el destino deseara.

… Y tan cierto… aunque al principio no fue fácil dejarme llevar, el día que dejé de intentar ser/hacer, simplemente comencé a “vivir” y recibir los regalos que el universo tenía para mi...

Sí! Sin duda tengo muchas cosas que agradecer, y sin duda voy a echar muchísimo de menos tantas cosas…

Echaré de menos…

... ausentarme de los ruidos de la ciudad paseando por las tranquilas y pequeñas calles de Chiang Mai, como si me transportara en cuestión de minutos de dos lugares totalmente diferentes…

… sus aceras o arcenes llenas de baldosas rotas o agujeros que te invitan a estar continuamente saltando de un lado a otro y en alerta constante, o simplemente tener que caminar por la carretera porque en ellas se estaciona algún vehículo, o peor aún, circulan. Incluso intentar cruzar la calle como si fuera un juego de apuesta “ahora o nada”

... pasear por sus mercados llenos de vida y color, pese a su bullicio y multitud de gente y participar en el silencio creado cuando suena el himno del país. Siempre me resultará impresionante como entre tanto bullicio, toda la civilización se petrifica guardando absoluto silencio mientras suena su melodía y como se reactiva cuando éste finaliza…

… su comida, por supuesto. Su increíble variedad de fruta y su intenso sabor, sus smothies, sus arroces, sus carnes, sus sopas, sus noodles… oh!! cuanto echaré de menos el Takoyaki, o esos deliciosos champiñones que parecen ternera, o el jackfruit que me cautivó al primer bocado. Sus curries, sus postres, sus pinchitos, sus gyozas, su shusi… Echaré de menos decir “no spicy please” y aun así sentir que un dragón puede salir de mi boca…

… el movimiento mañanero en el mercado mientras todo el mundo sale a comprar  sus provisiones, lleno de colores y olores diferentes, que tanto pueden atraerte o hacerte huir despavorido...

… pasear por la calle y toparme con alguna rata…

… encontrarme en cualquier esquina a un gato paseado con correa. Es curioso ver más gatos domésticos, que perros...

… mirar al cielo y encontrarme siempre como reluce la punta de alguna pagoda…

… las explicaciones en Thai de mi profe de costura intentando explicarme algo mientras articula toda clase de movimientos para hacerse entender… Adentrarse a un curso sin poder comunicarte ha sido toda una aventura…

… sin duda alguna, echaré mucho de menos ir cada día al templo para practicar masaje y echaré mucho de menos a mi profe… una gran persona… He aprendido tanto con él...

… las sonrisas gratuitas de la gente…

… recibir la colada y ver como mi ropa interior está doblada como si fueran pequeños paquetitos de regalo. Mmmmm, me encanta el olor cuando llega...

… dar las buenas noches y los buenos días en  Thai cada día a mi familia Tailandesa...  

… los días en los que todos nos metemos en la cocina para compartir la cena…

… las charlas tan interesantes, incluso en inglés jeje, y escuchar las impresionantes historias de cada caminante…

… llegar a disfrutar de un paseo en moto de forma relajada...         

… Incluso podría echar de menos los intrusos en mi habitación, jaja. Siempre recordaré a aquel brutito que entró en plena noche, aún cuando tenía el fechillo puesto… Estaba tan cansada ese día, que ni me di la vuelta a ver que pasaba y solo pensé “ok, te equivocaste… sorry sorry, pero cierra antes de salir…”

Sí, son muchas las cosas que echaré de menos, pero sin duda, lo que más, será las personas que me he encontrado en esta maravillosa experiencia, personas, que sin quererlo, se han convertido en mi familia aquí.

Antes de embarcarme en esta aventura, jamás pasó por mi cabeza que como posible consecuencia, podría terminar con el corazón dividido y con una extraña sensación, de que allá donde esté, siempre habrá una parte de mi que sentirá que le falta algo…

En estos momentos, resulta algo complicado poder explicar como me siento…

Aunque tengo muchas ganas de llegar a casa y repartir enormes abrazos, no puedo dejar de sentir a la vez mucha tristeza en esta marcha…

Así que solo puedo decir “hasta pronto” con la esperanza y extraña seguridad, de que así sea…