jueves, 25 de octubre de 2018
Un paseo por Ronda
lunes, 5 de febrero de 2018
Hasta pronto
Llega el momento de partir, de decir “hasta pronto" a este maravilloso país, porque me niego a decirle un “adiós”. Tengo tantas cosas que agradecerle… son tantos los momentos que me ha regalado… empezando por devolverme la sonrisa…
Las circunstancias que me trajeron hasta aquí no fueron del todo agradables, pero una cosa sin duda tengo por cierta y es que en la vida, todo sucede por alguna razón, aunque la mayoría de las ocasiones sea inexplicable a nuestro entendimiento.
Únicamente con el tiempo y la experiencia terminas apreciando que solo pasando por ciertas situaciones, te conviertes en esa persona capaz de tomar decisiones que jamas antes hubieras pensado y quizás, en algún momento de tu existencia, termines agradeciendo enormemente a ese estado, el haberte permitido arrojarte a por nuevas aventuras.
Probablemente si no hubiera pasado por una serie de circunstancias, jamás hubiera tomado esa decisión. Incluso sin tener del todo claro como llegue hasta ahí, y aun habiendo pasado por autenticas batallas mentales para tomar una decisión correcta, me vi embarcada en un viaje hacia lo desconocido, dejando atrás el control, la seguridad, la estabilidad, el confort, la familia, los amigos…, sumergiéndome a la vez en la tranquilidad de viniera lo que viniera, sería lo mejor que me podría pasar.
Al encuentro de todo y en busca de nada, con la única intención de anular mi voluntad y simplemente dar paso a vivir lo que el destino deseara.
… Y tan cierto… aunque al principio no fue fácil dejarme llevar, el día que dejé de intentar ser/hacer, simplemente comencé a “vivir” y recibir los regalos que el universo tenía para mi...
Sí! Sin duda tengo muchas cosas que agradecer, y sin duda voy a echar muchísimo de menos tantas cosas…
Echaré de menos…
... ausentarme de los ruidos de la ciudad paseando por las tranquilas y pequeñas calles de Chiang Mai, como si me transportara en cuestión de minutos de dos lugares totalmente diferentes…
… sus aceras o arcenes llenas de baldosas rotas o agujeros que te invitan a estar continuamente saltando de un lado a otro y en alerta constante, o simplemente tener que caminar por la carretera porque en ellas se estaciona algún vehículo, o peor aún, circulan. Incluso intentar cruzar la calle como si fuera un juego de apuesta “ahora o nada”
... pasear por sus mercados llenos de vida y color, pese a su bullicio y multitud de gente y participar en el silencio creado cuando suena el himno del país. Siempre me resultará impresionante como entre tanto bullicio, toda la civilización se petrifica guardando absoluto silencio mientras suena su melodía y como se reactiva cuando éste finaliza…
… su comida, por supuesto. Su increíble variedad de fruta y su intenso sabor, sus smothies, sus arroces, sus carnes, sus sopas, sus noodles… oh!! cuanto echaré de menos el Takoyaki, o esos deliciosos champiñones que parecen ternera, o el jackfruit que me cautivó al primer bocado. Sus curries, sus postres, sus pinchitos, sus gyozas, su shusi… Echaré de menos decir “no spicy please” y aun así sentir que un dragón puede salir de mi boca…
… el movimiento mañanero en el mercado mientras todo el mundo sale a comprar sus provisiones, lleno de colores y olores diferentes, que tanto pueden atraerte o hacerte huir despavorido...
… pasear por la calle y toparme con alguna rata…
… encontrarme en cualquier esquina a un gato paseado con correa. Es curioso ver más gatos domésticos, que perros...
… mirar al cielo y encontrarme siempre como reluce la punta de alguna pagoda…
… las explicaciones en Thai de mi profe de costura intentando explicarme algo mientras articula toda clase de movimientos para hacerse entender… Adentrarse a un curso sin poder comunicarte ha sido toda una aventura…
… sin duda alguna, echaré mucho de menos ir cada día al templo para practicar masaje y echaré mucho de menos a mi profe… una gran persona… He aprendido tanto con él...
… las sonrisas gratuitas de la gente…
… recibir la colada y ver como mi ropa interior está doblada como si fueran pequeños paquetitos de regalo. Mmmmm, me encanta el olor cuando llega...
… dar las buenas noches y los buenos días en Thai cada día a mi familia Tailandesa...
… los días en los que todos nos metemos en la cocina para compartir la cena…
… las charlas tan interesantes, incluso en inglés jeje, y escuchar las impresionantes historias de cada caminante…
… llegar a disfrutar de un paseo en moto de forma relajada...
… Incluso podría echar de menos los intrusos en mi habitación, jaja. Siempre recordaré a aquel brutito que entró en plena noche, aún cuando tenía el fechillo puesto… Estaba tan cansada ese día, que ni me di la vuelta a ver que pasaba y solo pensé “ok, te equivocaste… sorry sorry, pero cierra antes de salir…”
Sí, son muchas las cosas que echaré de menos, pero sin duda, lo que más, será las personas que me he encontrado en esta maravillosa experiencia, personas, que sin quererlo, se han convertido en mi familia aquí.
Antes de embarcarme en esta aventura, jamás pasó por mi cabeza que como posible consecuencia, podría terminar con el corazón dividido y con una extraña sensación, de que allá donde esté, siempre habrá una parte de mi que sentirá que le falta algo…
En estos momentos, resulta algo complicado poder explicar como me siento…
Aunque tengo muchas ganas de llegar a casa y repartir enormes abrazos, no puedo dejar de sentir a la vez mucha tristeza en esta marcha…
Así que solo puedo decir “hasta pronto” con la esperanza y extraña seguridad, de que así sea…
miércoles, 24 de enero de 2018
Entre fogones
Cocinar en Tailandia no es algo que me haya planteado a menudo, sobre todo porque al ser la comida tan barata, a veces ni compensa, aparte de que te ahorras el trabajo de hacerla.
No obstante, han sido un par de veces las que me he adentrado en la cocina para manejar los fogones y en modo resumen, cada vez que termino, me digo a mi misma "¡ésta es la última!", sobre todo las últimas veces en las que siempre he tenido algún tipo de percance...
La primera vez que hice algo fue una tortitas de carnaval versionadas, y digo versionadas porque me tocó hacerlas con los ingredientes que pude encontrar. Fué ahí donde me di cuenta lo dificil que podría llegar a ser encontrar ciertas cosas que ahí son básicas, como es la harina...
Sí, hacer unas tortitas de carnaval sin harina básica, fue toda una aventura, no obstante, el resultado no fue tan malo y triunfaron. Después de haberme metido varias horas con el calor y el sol pegandome en el cogote, ciertamente me quedaron pocas ganas de repetir, pero no fue mi última visita a la cocina.
La segunda tocó hacer unas papas arrugadas con mojo y una crema de limón, que por cierto, también triunfaron bastante. Hacer un mojo rojo con un pimiento mas verde que rojo, es un poco raro, y cuando encima el comino no es igual y el vinagre es destilado, pues aun más raro es el resultado, pero bueno, aparte del color extraño en el que terminó, no quedó tan mal.
La crema de limón no cuajó ni a la de tres, cuando allá con dos limones o tres me bastan, aquí perdí la cuenta de cuantos necesité.
Al siguiente día probé a preparar un alioli, y tuvo tanto éxito, que el día que aparecí con una batidora, esa misma tarde terminaron comprando un saco de 5 kilos de papas para arrugar e ingredientes para hacer varios tuper de alioli.
La anécdota especial y cómica es recordar el estropicio que hice, cuando sin querer le di al botón de la batidora con la tapa abierta y el alioli salió despedido por toda la habitación... vaya desastre, pero al menos tuvimos risas para un buen rato.
Otro de los días intenté hacer bolitas de coco. Como no, encontrar ingredientes, no fue sencillo.
En el súper puedes encontrar decenas de variedades de galletas, algunas de lo más extrañas, pero unas simples galletas María o Doradas fue misión imposible, así que terminé experimentando con lo más parecido que encontré, una especie de Digestive. El resultado fue unas bolitas con una textura de lo más harinosa. Aún así, gustó bastante.
El día de la paella perdí la cuenta de cuantas personas pudimos comer. A todo el que iba entrando le iba ofreciendo, y tuvo una gran aceptación. Ese día fue una auténtica locura.
Mientras estaba continuamente removiendo para que no se me pegara , iba recogiendo poco a poco el arroz que esparcí por toda la cocina cuando viré la bolsa en la paellera. Me faltaban manos para controlarlo todo jaja.
El arroz nunca ha sido mi fuerte ni se me ha dado bien, pero aún así gustó tanto que me pidieron que les enseñase a prepararlo.
El día que lo organizamos, no me di cuenta al poner la paellera en el fuego, dejar un paño en medio el cual se prendió fuego. Ese día al menos estaba acompañada para controlar la situación jajajaja.
Hoy ha tocado preparar una ropavieja, y por lo menos he finalizado sin percances. Me gusta cuando la gente lo disfruta, y sobre todo cuando es el perfecto motivo para reunirnos todos en la cocina y parlotear un rato.
Ya no me atrevo a decir que será la última vez que me pongo a cocinar algo, sobre todo, porque no solo es la excusa perfecta para estar en buena compañía, o porque me encante ver como lo disfrutan, sino porque me hace valorar el poco tiempo que me queda aquí para compartir momentos así...
sábado, 13 de enero de 2018
Anécdotas... 4 y visita a Chiang Rai
Regresar a esta caótica ciudad no estaba entre mis deseos, pero no había alternativa.
Diez horas de bus para ir y otras tantas para volver... simplemente agotador. Terminé rota y nunca mejor dicho...
Eso supondría un segundo viaje a la caótica ciudad... que emoción... (sarcasmo)
y tremendo obstáculo…
no se como diantres no vi el cristal... pero me lo comí entero
He dicho en algún momento que no me gusta Bangkok? Creo que yo tampoco le gusto…
viernes, 5 de enero de 2018
Anécdotas... 3
Será difícil olvidar el día que fuimos a encargar una colchoneta y el profe apareció con una moto carricoche y nos fuimos tres en ella, me debía ver bastante cómica...
O el día que estuvimos probando nuevas cosas en el Food Market... aquella sopa de pescado, ni tenía pescado ni se podía llamar sopa...
Despedirte con un gran abrazo con quien menos tiempo y palabras has podido cruzar, pero aun así, sentirlo intensamente cerca...
Creo que jamás podré borrar de mi memoria a Joe (el profe), su paciencia, su templanza, todas las cosas que ha compartido con nosotros, su intención siempre de mediar, ayudar, su tremenda experiencia, sus detalles...
Gracias a ellos he podido soltarme cada vez un poquito más con el idioma.
Esa imagen me causó un pequeño impacto
Por lo general, y en la mayoría de casos, la cosa suele ser todo lo contrario, es decir, es el adulto quien debe estar detrás del niño recordándole las normas y deberes que cumplir, casi rogando que tan solo mantenga ordenadas sus propias pertenencias, y mucho más difícil es a veces que colabore de forma voluntaria en los quehaceres comunes.
Por ese entonces, otra persona que había conocido tan solo unos días atrás, ya me había contado un caso similar, cuando le tocó regresar tras uno de sus viajes, como se vio en la comparación entre la visión de un berrinche infantil absurdo y una imagen vivida días atrás entre los niños de Tailandia jugando felices con un simple globo y ayudándose entre ellos para que hasta el más pequeño alcanzara a jugar…
Pequeños gestos que me hacen temer por la nuevas generaciones que se están construyendo...
Recuerdo la primera chica española que conocí. Llevaba tantos días sin hablar aparte de las tres palabras que podía chapurrear en ingles, que cuando comenzamos a hablar se me trababan las palabras jajaja.