sábado, 13 de enero de 2018

Anécdotas... 4 y visita a Chiang Rai

Hoy voy a contar pequeñas anécdotas que hicieron posible alargar mi estancia en este maravilloso país.

Para empezar, tuve que viajar a Bangkok por un día, para tramitar en la embajada la renovación de mi pasaporte, ya que entraba en los seis meses finales antes de que caducara, y para poder viajar por cualquier otro país, necesitaba una vigencia superior. 

Regresar a esta caótica ciudad no estaba entre mis deseos, pero no había alternativa.
Diez horas de bus para ir y otras tantas para volver... simplemente agotador. Terminé rota y nunca mejor dicho...

Tras lanzarme a la calle al salir del bus, nada más y nada menos que a las cinco de la mañana, di gracias por encontrarme justo de enfrente de un Mc. Donald 24 horas, donde al menos pasar el rato hasta una hora hora prudencial para dirigirme a la embajada.

A eso de las 8 decidí ir caminando a la estación de trenes para a ver si con suerte pillaba billete para el tren nocturno, pero ya estaba todo el pescado vendido, así que no tocaba remedio que volver de nuevo en bus. 
De ahí me pillé un taxi hasta la embajada, y nada, a tramitar el papeleo.

Afortunadamente pude realizar la solicitud sin problemas, aunque no como pensaba antes de venirme a este pais. No se porque, mi cabeza pensó en la maravillosa idea de que el tramite sería igual que en España, y en el mismo día podría tener un nuevito pasaporte en mi cartera, cuando la realidad es que hay que esperar entorno a un mes a que llegue. 

Eso supondría un segundo viaje a la caótica ciudad... que emoción... (sarcasmo)
Gracias que no me encontré ningún obstáculo, hasta que me tocó salir…
y tremendo obstáculo…
no se como diantres no vi el cristal... pero me lo comí entero
He dicho en algún momento que no me gusta Bangkok? Creo que yo tampoco le gusto…

A vece he pensado que cualquier día apareceré en algún vídeo de esos programas que recopilan momentos cómicos.

Aún no se como no se me rompieron las gafas del tremendo trompazo que me di, solo se que ni miré atrás (tenía la sensación de encontrarme un enorme público con sus manos en la boca bien por asombro o bien por aguantar la risa) y salí lo más rápido que pude, como si no hubiera pasado nada y frotándome la cabeza… Madre mía qué dolor!! Enseguida comenzó a salirme un enorme chichón en la frente del tamaño de una pelota de pinpón, y el dedo gordo del pie izquierdo me dolía horrores.

En ese momento solo me acordé de Joe y sus palabras sobre cómo actuar en caso de accidente (nunca frío, siempre calor, warm warm) y comencé a frotarme la frente mientras caminaba. Ya unas horas más tarde, cuando pude sentarme, comencé a frotarme el dedo del pie, y vi las estrellas, la luna, las constelaciones y el universo entero...que dolor!!!! Pero bueno, no se si por esto o no,  al menos al día siguiente ya podía caminar sin cojera y el dolor había desaparecido en poco más de una semana (años atrás, con un golpe similar, el dolor me duró casi un año...)

Tras varias semanas de espera y algunas llamadas, me entero que mi pasaporte no llegaba a tiempo, así que, después de algunas gestiones y algún dolor de cabeza para entenderse con una mensajería y la embajada, pude obtener una opción alternativa que me permitiría ir a Laos.

Tras haber recibido mi pasaporte provisional, me subí en el bus con destino Chiang Rai. Tras tres horas y media de trayecto, tuve que subirme a otro bus con destino Chiang Khon. He de reconocer, que cuando subí a este bus me dije “¡Ay madre! ¿y esto llegará a su destino?”... se trataba de un bus hiper antiguo, de esos que se ven en las películas y que apestaba a una mezcla de pescado, suciedad y sudor… Pero cumplió con su cometido, y por unos 40 bth de más, el chofer nos dejó a mi y algunos más en la misma puerta del paso fronterizo con Laos.

Momentos de nervios al salir de Tailandia, momentos de nervios antes de entrar en Laos, nervios al salir, y nervios al intentar volver a entrar en Tailandia. No fue hasta que ya estuve en el bus de vuelta a Chiang Rai, que me tranquilice un poco.

En fin, después de casi tres horas de vuelta para llegar a Chiang Rai, en un autobús que era aun peor y viejo que el anterior, terminé con el culo tieso como para aguantar otras tres horas y media hasta Chiang Mai, así que tocó hacer noche en Chiang Rai, y así aprovechar para hacer un poco de turisteo.

En primeras impresiones, Chiang Rai me causó muy buenas sensaciones. Se veía muy buen ambiente en la noche, aunque estaba plagado de turistas, y por cierto, ha sido donde más españoles he escuchado. Como dato curioso, me sorprendió encontrar contenedores de basura en la calle!! Casi no me lo creo! Una especies de ollas de goma o plástico repartidas por la ciudad. Las papeleras brillan por su ausencia en este pais, así que fue toda una sorpresa...
Después de pasearme por el Night Bazar y zamparme un plato de tempura, mi cuerpo no daba para más después de haberme despertado a las 5 de la mañana, así que me fui a la camita. El hostel me recordaba a gran hermano ajajaja. Varias habitaciones a los laterales, en el centro una gran sala en la que se repartía varias estancias; baños, cocina semiabierta, sillones, zona de mesas y sillas tipo comedor, billar, y tras una cristalera, terraza con sillas y mesas y una pequeña piscina con futones alrededor.
Había mogollón de gente, pero tuve gran facilidad para quedarme dormida.

Intenté despertarme temprano para aprovechar el día y no encontrarme demasiada gente en el templo blanco, pero una vez mas, eso de programar cosas nunca sale bien jajaja. Tras encontrar en la estación un bus que paraba en el templo por 25 bht, estuve casi 45 minutos en el interior esperando que se llenara para que saliera… estos Thais nunca tienen prisa… Y luego, cuando ya comienza la ruta, la chica que cobra, va semi asomada desde la escalera gritando por la calle por si alguien se une!!

Una vez en el templo blanco, he decir que es imposible que cause indiferencia, ya sea por su increíble estructura, por su cantidad de detalles, por sus bellas inmediaciones, o por sus extrañas figuras, y aunque ya iba preparada de lo que podría encontrarme en su interior, no dejó de sorprenderme…

La verdad que resulta extraño encontrarte pintados en la pared de un templo, escenas y personajes como Matrix, Doraemon Freddy Krueger, Pikachu, los minions, las torres gemelas,etc., entre otros sin fin de detalles, mientras al otro lado de la misma estancia muestran sus respetos los fieles de buda ante su figura, por no nombrar las cabezas colgantes en los árboles de personajes como Batman o Hellboy
Sin duda, un lugar cuanto menos, sorprendente…

De allí, logré negociar ir a la casa negra (Baan Dam Museum) y el templo azul (Wat Rong Suea Ten), luego me di cuenta que el conductor ya tenía apalabrada esa excursión con unos franceses y aprovechó para sacarse un extra conmigo, por eso me llevó de copiloto y no atrás en la camioneta con los demás, pero bueno, aun así, fue barato.

La visita a la casa negra no me gustó mucho, ya que era más bien museo de pieles y huesos de animales. Me gustó más las diferentes estructuras y edificios tipo cabañas, las esculturas de piedras de samuráis y ver a una mujer vestida de forma tribal, practicando el Tok Sen.

El templo azul si me gustó más. Sus colores intensos, sus gigantes en la entrada, el interior azul, las nagas de la escaleras…

Al volver, el conductor me recomendó ir a un parque de flores, y así lo hice. Nada más acercarme el ambiente olía a perfume de las flores. Fue todo un acierto y una sorpresa encontrarme preciosos jardines con tremendo espectáculo de color y figuras florales, y para mayor sorpresa, al salir, me encontré con una especie de ceremonia/desfile/ofrenda, en la que había como unas 9 carrozas con figuras de Buda decoradas con flores, y la gente a su paso, le tiraban más flores o se acercaban para colocarlas alrededor a modo de ofrenda. Fue curioso…

Después de  un gran día de turisteo, tocó meterse de nuevo en el bus con destino Chiang Mai, de vuelta a casita y con acceso durante un mes más a este maravilloso país.

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