domingo, 5 de noviembre de 2017

Yee Peng y Loy Krathon

Se despide un fin de semana que prometía ser intenso, y ha cumplido sus expectativas.

Chiang Mai se ha vestido de color, luces, sabores, magia, energía…

Poder estar presente para verlo en primera fila ha sido todo un regalo.

Contemplar como los sueños de miles de personas toman vuelo en el aire mientras su brillo se empequeñece en el horizonte, es simplemente mágico.

Ver sus caras mientras ven alejarse sus linternas en un eterno adiós, no tiene precio.
Pasear en sus calles abarrotadas de gente, a veces incluso sin poder moverte, pero no importarte y no querer escapar del lugar.
Avanzar unos pasos y sorprenderte  en cada esquina con algo totalmente diferente e inesperado.
Maravillarte con un eterno desfile lleno de luces, color, arte, música, belleza… un autentico espectáculo.

Ésto es un simple resumen de todo lo que he podido ver, sentir y vivir estos días, pero siento tanta emoción tan solo en recordarlo, que se me pierden los detalles y las ansias de compartirlo.

La ciudad se ha llenado de miles de personas, todas deseando vivir ese momento mágico donde lanzar su linterna al aire. 
Durante varias horas, el cielo se ha llenado de luz y no ha parado ni un segundo, en recibir miles de lucecitas con sueños y deseos. Es todo un espectáculo visualizar en su oscuridad, todos esos puntitos dorados que se van alejando lentamente. 
Aquí, en la tierra, miles de rostros, dibujan sonrisas e ilusión en ese momento que sus dedos comienzan a despedir esa luz que va cargada con toda su energía.
En ocasiones, esos rostros se desfiguran cuando ven que su luz no logra tomar el vuelo y termina consumida ante sus pies.

No voy a decir que sea difícil, pero si que lleva su técnica. Debes ser paciente, saber esperar, tratarla con mimo, que prenda bien, que coja su calor, que hinche sus paredes, y solo en el momento justo, no antes de que haya pasado por su proceso y esté preparada, ni demasiado tarde, cuando puede quedar consumida por sí misma, simplemente dejarla marchar… menuda alegoría…


Por otro lado, otras tantas miles de personas, simbolizan los mismo con sus linternas de agua. Por las calles, día y noche ves cientos de puestitos donde adquirir tu “Krathong”, esos bellos centros florales artesanales, o incluso, tener la oportunidad de construir el tuyo, para luego, prender su vela e inciensos y lanzarlo al río, mientras lo ves alejarse lentamente empujado por la corriente.


Mientras paseas por las inmediaciones de todo este espectáculo, no dejas de sorprenderte con todos sus puestos callejeros con artesanías y souvenir, una gran diversidad de gastronomía y diversos escenarios donde se exponen danzas, música o teatro.

Ayer, con el cierre del festival, la calle principal se llenaba de gente, música, color y luces con un espectacular desfile. Simplemente no puede causarte indiferencia tanta belleza.

Por supuesto,  ningún vídeo o foto, puede describir todo este espectáculo, pero al menos, poder hacerles llegar un pedacito con ese vídeo.


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