domingo, 10 de diciembre de 2017

Anécdotas ... 1

Y sigo metida en el mundo del masaje Tailandés.

La verdad que poco a poco le estoy cogiendo el gustillo. Sigue siendo duro, pero cada vez voy aprendiendo como usar de mejor manera mi cuerpo, así como nuevas técnicas y modalidades de masaje con diferentes elementos.

Mañana termino mi segunda semana de estudio, tendré varios días por delante para entrenamiento, y el sábado, si va bien la cosa, comienzo el estudio de mi masaje favorito. I love the Tok Sen Massage… espero que se me de bien practicarlo jeje.

Como indicaba en el anterior post, me paso la mayor parte del tiempo de cada día en el Templo donde aprendo, y la mayoría de las veces salgo de allí agotada, así que ni tiempo, ni muchas ganas tengo a veces de ponerme a escribir.

Pero en las próximas semanas, para que no se me preocupen tanto, ya que más de un@ me pregunta y lo echa en falta,  voy a tratar de escribir, aunque sea unas breves palabras, sobre simples anécdotas del día a día, momentos o imágenes, que simbólicamente me las tomo como regalos de este viaje, bien por que me causaron amor a primera vista, porque formaron parte de algún momento cómico, o bien porque en algún momento decidí grabarlas en papel para no olvidarlas nunca, y de esta manera, también poder compartirlas con todos y al fin y al cabo, también me sirvan para recordar y no olvidar parte del camino.

Y hoy, para empezar, voy a contar lo que me sucedió unos días atrás e intentaré ponerle un poco de gracia a la narración de la historia jajaja.

Como cada día, suena el despertador, me levanto, me estiro, me cambio la camiseta por algo más visible, me cojo mi bolsita con mis víveres y me bajo una planta, donde se encuentra la cocina.
Por el camino, puede que incluso cruce algún "Good Morning" con algún otro huésped.

Me preparo mi café, destapo el mantel que hay siempre sobre la tostadora, saco dos tostadas del paquete y las coloco en la misma para calentarlas.
La enchufo y le doy a la palanca para que succione las tostadas y comience a calentar.

Justo en ese instante, sin que me diera tiempo a girarme, salta desde el interior una lagartija, la cual parecía más spiderman en ese momento que otra cosa. Por supuesto, no solo saltó ella, yo la acompañé en movimiento en solidaridad al susto que se llevó la pobre…

Menuda forma de comenzar el día y menudo brinco pegué...
Y aunque es cierto que cada vez te acostumbras más a ver bichos por todas partes, hay veces que no dejan de sorprenderte...

Otro día contaré alguna otra anécdota sobre bichos…

Besitos a todos!!!

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