jueves, 31 de octubre de 2019

Dos años después...

¿Cuál es el resumen de tu viaje? ¿Qué es lo que te ha aportado? ¿Cuáles son las enseñanzas que has aprendido en esos 4 meses? ¿Y ahora, qué?

Preguntas como éstas son las que me he encontrado desde que regresé, procedentes tanto de las personas que han vivido esa experiencia de una forma cercana, como de aquellas a las que conocían por primera vez de esa aventura…

Dos años han sido los necesarios para encontrar el momento en el que poder sentarme a escribir unas líneas de reflexión al respecto… Dos años después, y justo antes de embarcarme en una nueva aventura, intento encontrar la manera de definir las sensaciones, emociones, pensamientos, decisiones, cambios que han generado en consecuencia, ese viaje que marcó un antes y después en mi vida… y de veras, no es tan fácil como puede parecerlo.
Sé, que aún  habiendo pasado este tiempo, hay muchas cosas que han cambiado en mi, de las cuales ni yo misma soy consciente aún, pero cuando hablamos de una revolución interior, no es tarea sencilla reconocer, gestionar, ordenar y reconstruirse a uno mismo. 
No obstante, se que llevo mucho tiempo tratando de resumir en algunas palabras, las sensaciones posteriores a ese “regreso”, ¡y si!, lo escribo entre comillas, porque durante estos dos años, confieso que jamás he podido sentirme “en casa”, como lo estaba antes de irme… digamos que esa es una de las primeras reflexiones…

Sinceramente, los primeros meses fueron especialmente difíciles, ya que no encontraba la manera de gestionar las emociones tan contradictorias que en mí se generaban. Los cuatro meses que estuve a miles de kilómetros, fueron necesarios para aprender a echar de menos a las personas que amaba, pero ya una vez aquí, a la vez que deseaba lanzarme a repartir abrazos, sentía una especie de fobia a salir ahí fuera… hoy por hoy aún no encuentro las palabras correctas para describir esa sensación… 
Me sensibilicé de forma extrema a las opiniones de los demás… no porque me influyeran ni me importaran, si no porque me molestaban… Despúes de cuatro meses viviendo en una absoluta libertad, me molestaba extremadamente la gran facilidad de las personas de enjuiciar absolutamente todo… desde aspectos tan triviales como escandalizarse por comer un potaje en un día caluroso, hasta aspectos más íntimos relacionados con las propias decisiones/opiniones…, tanto me molestaba cualquier juicio hacia mi, como escucharlo hacia cualquier otra persona… Me molestaba, me enojaba, me mortificaba!!, tanto, que en ocasiones incluso preferí aislarme antes que exponerme a escuchar la más mínima opinión con alguna connotación juiciosa… (siempre he sido una chica de extremos… y digamos que ésto lo he llevado hasta límites un tanto desagradables, llegando incluso hasta el punto de mostrarme más fría o lejana, cuando en el fondo, probablemente haya vuelto más sensible que nunca…
Hoy por hoy, aún trato de gestionar estos sentimientos, aunque intento en la medida posible, encontrar una estabilidad o que al menos, no me afecte en tal desmedida). 

Otras de las reflexiones que mencionar, y que puede resultar de lo más curiosa para estudiar y desglosar, es como se puede causar mayor “acercamiento” estando a miles de kilómetros de distancia, que a unos minutos en coche… 
Confieso y siempre estaré enormemente agradecida, que en mi ausencia y pese a marcar yo las distancias antes de irme, me sentí arropada por mensajes de apoyo y/o preocupación por saber de mi bienestar, pero resulta muy curioso que tras dos años de mi presencia física en esta isla, aparte de disminuir considerablemente el contacto en el mejor de los casos, en ocasiones no he recibido ni un mensaje, o interés por un encuentro físico… me pregunto si poner nuevamente kilómetros por medio, reviviría nuevamente cada una de esas relaciones… Sin duda alguna, este se convierte en uno de los puntos más delicados de digerir...

Un fundamento de peso que he comprobado, es que la vida ha seguido avanzando con normalidad para todos, y que creer importante mi presencia, tan solo forma parte de mis propios apegos y miedos, y con esto no me refiero a que no me sienta importante para nadie, ni que me auto considere alguien imprescindible, ni mucho menos, más bien, ésto me hace entender que no se paraliza la vida de nadie porque mi presencia no esté a su lado, que los problemas acaban hallando su propia vía de solución sin necesidad de intervención y que sentir la cercanía de alguien no conlleva la necesaria presencia física… y confieso, que el conjunto de ello me hace sentirme un poco más libre. 
Ciertamente he aprendido muchas cosas, más de las que soy consciente… 
he reforzado mi capacidad de abrir mi boca y decir NO sin remordimiento…
he liberado una gran parte de mis miedos…
sigo aprendiendo a desprenderme de mis apegos…
comienzo a valorar las cosas con un orden diferente…
cada vez cargo con menos responsabilidades que no son mías…
… me siento más libre que nunca...

Pero sin duda, una de las lecciones más importantes aprendidas, ha sido vivir en el “aquí y ahora”, a no pensar tanto en el futuro, a no preocuparme tanto por mañana, a sentir más el presente… a dejar fluir las cosas, a no buscarlas, a dejarme sorprender…  
Quien me conoce hace muchos años, sabrá lo organizada y disciplinada que he sido siempre para algunas cosas (aunque para otras sea un desastre). La necesidad de tener el control  y mantener todo en un estado de seguridad, siempre fue uno de mis grandes “defectos”, y aunque aún queda aspectos que trabajar, para mi ha sido un auténtico logro que ello haya perdido importancia en mi lista de prioridades.  
Ésto me ha ayudado a tomar importantes decisiones desde la mayor paz y tranquilidad, sin preocuparme más por sus consecuencias, que por mi auténtico deseo. Ello me ha llevado a un giro de vida por completo y en camino de un futuro totalmente incierto, el cual, no tengo ninguna prisa por idear…
Quizás no tenga claro hacia donde deseo redirigir mi vida, pero al menos si se lo que NO quiero en ella, entre ello, tengo claro que no quiero terminar haciendo algo de lo que no esté totalmente convencida desear, simplemente por miedo a perder el tiempo, por sentir necesidad de establecer una seguridad, o mucho menos por la presión social…. Tan solo deseo realizar aquello que realmente me apasione,  me haga sentir bien, me genere paz...
Un cómico resumen sería; “¡Sí! Estoy más “perdida” que Wally, pero al menos soy una “perdida” felíz…”

Ahora, dos años después, habiendo recibido grandes regalos del Universo, y sin saber aún cuál es mi lugar en la vida, me embarco nuevamente en la aventura de vivir el ahora, sin expectativas más allá que vivir el presente, y seguir dejándome sorprender por el Destino.
A tan sólo unos pocos días de alzar el vuelo, dejo atrás muchos más apegos de los que creí capaz de alejarme, con la intención de vivir completamente libre esta experiencia. Ésta vez, sin plazos ni ataduras, entrego en manos del Universo mi tiempo y presencia, para que me lleve allá donde tenga destinado mi lugar. 
Sin poder encasillar plazo ni lugar, y sin necesidad de establecer grandes despedidas, tan solo deseo decir a los que aquí quedan, un “hasta pronto” y un “prometo que les echaré de menos

1 comentario:

  1. Todos los caminos son impredecibles, nadie sabe qué va a pasar, sea como sea, buena suerte y feliz viaje. Hay huecos que siempre están ahí aunque estén lejos, pero siempre se les siente cerca. Te espero aquí con un hueco en el que siempre se te echa de menos físicamente para poder darte un abrazo, sea donde sea el aquí.

    ResponderEliminar